Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1886 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 9 de diciembre de 1886
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. López Domínguez
Número y páginas del Diario de Sesiones: 81, 1961-1962
Tema: Interpelación sobre la política seguida por el Gobierno durante el interregno parlamentario

Sencillamente para decir, que yo sigo los mismos caminos que he seguido siempre, cuando su señoría ha estado a mi lado, y declarar, a fin de que lo observe la Cámara, que se le ha ocurrido a su señoría muy tarde ver que este camino era malo.

Pero más que por esto, me he levantado porque no quiero que quede en el ánimo de S.S. nada que sea desagradable en punto a las palabras que han mediado entre nosotros. No; yo he hablado de la formalidad del Sr. Becerra, porque me parece que es bastante formal, para no venir aquí a hacer declaraciones que estuvieran en contradicción con la conducta de S.S., si la hubiera seguido el Sr. Becerra. Porque señores, ¿qué ha dicho el Sr. Becerra? Pues ha dicho de una manera clara y terminante: "Aquí está la izquierda, pequeña o grande, pero, al fin, si es una dificultad para el Gobierno (que eso ha declarado el señor Becerra, aunque afirmando que él cree lo contrario, y eso ha declarado también el Sr. Romero Robledo), dificultad o no, es un factor de la política española; y de vosotros depende, Sres. Diputados (decía, dirigiéndose a la mayoría), que ese factor desaparezca, y que nosotros tengamos o no razón de ser. ¿Realizáis todas las reformas que contiene la fórmula de los señores Alonso Martínez y Montero Ríos? Pues entonces no tendremos razón de ser, y desapareceremos. ¿No las realizáis? Pues entonces aquí estamos nosotros para sostener estas reformas".

Ahora bien; yo digo: ¿Cómo era posible que el señor Becerra, que tiene grande amor a las reformas, que no quiere prescindir de ellas, que lleva su sacrificio y su abnegación hasta venir a este partido si las realiza, había de permitir que el Sr. López Domínguez tratase con otros que no son izquierdistas, ni mucho menos partidarios de las reformas?

En este sentido he dicho que el Sr. Becerra no debía conocer esos tratos y contratos en que S.S. entró, porque no estaban de acuerdo con las palabras que aquí oímos, y el Sr. Becerra es bastante formal para no poner sus palabras en contradicción con sus obras. Y esto no es que yo niegue al Sr. López Domínguez toda formalidad que S.S. quiera; antes al contrario, se la atribuyo sin reservas, y muy grande

Yo no digo que aquí estuviéramos nosotros, cuando no lo están en ninguna parte. ¿Es que el señor López Domínguez cree que no hay dificultades más que en España? ¿Es que S.S. cree que la paz moral y material está completamente asegurada en otras partes? ¡Ah! Desgraciadamente no. Nosotros tenemos nuestras dificultades; pero otros países también las tienen, y no menores; y ni aquí ni allí, se puede responder en absoluto de que el orden no sea turbado. De lo que responde este Gobierno, y responde en absoluto, es de que si se turbase aquí el orden, sería instantáneamente restablecido; y esto es todo lo más a que pueden obligarse los Gobiernos aquí y en todas partes.

¡Pues no faltaba más! Si por lo que ha ocurrido aquí hace dos meses estamos todavía discutiendo, y el Sr. López Domínguez cree que ha debido caer el Gobierno y el partido liberal, ¿qué entenderá S.S. que hubiera debido suceder a los Gobiernos de Inglaterra, de Bélgica y de Italia con las compilaciones y dificultades que allí han ocurrido? Es necesario que la sociedad entera ayude a los Gobiernos, en lugar de venir a quebrantarlos, como lo hacen SS. SS., discutiendo con apasionamiento y con injusticia, sin hacerse cargo de las circunstancias. (Muy bien).

Señores Diputados, si aquí hubiera pasado lo que en Londres, en donde por causa de una manifestación tuvieron que cerrarse la casas y los particulares tomar las armas para defenderse, ¿qué hubierais dicho del Gobierno? Que abandonaba la sociedad, y que la sociedad tenía que defenderse porque el Gobierno era incapaz de hacerlo. Pues no hay ningún inglés que se atreva a decir esto de aquel Gobierno.

Es necesario hacerse cargo de las circunstancias; es preciso considerar que cada país tiene sus dificultades, y algunos países muchas más que el nuestro. Culpar al Gobierno sin detenerse en las circunstancias por que atraviesa el país, y que son independientes de todo Gobierno, y culparle a la manera que lo hacéis vosotros, es injusto; y además de injusto, inconveniente y peligroso, puesto que lo que hacéis es agravar el [1961] mal, porque con recriminaciones no se curan los males que padece España, como no se curan los males que padece cualquier país, sino ayudando a los Gobiernos a buscar el remedio eficaz para su extirpación completa.

Por lo demás, no he desdeñado nunca a S.S. ni a los individuos que constituyen la izquierda. Lo que creo es que si continuáis así, vais a consumiros en la soledad y no seréis fuerzas auxiliares ni útiles, contra vuestra intención, contra vuestros deseos, contra vuestra voluntad, ni para la Monarquía ni para la libertad; porque, no hay que hacerse ilusiones, señor López Domínguez; S.S. y sus amigos, hoy por hoy, no pueden gobernar, no tienen el personal necesario para el Gobierno, y los Gobiernos no se hacen con personal de aluvión. Contesto con esto a la idea de que si la izquierda fuera llamada al Poder tendría personal de sobra, y digo que buenos izquierdistas serían los que entrasen en la izquierda en esas circunstancias. ¿Qué condiciones, qué principios los llevarían más que el deseo de medro personal y el vicio de la empleomanía? Con personal así improvisado, no se puede gobernar; lo que se hace es entorpecer la marcha del Gobierno.

Pues bien; si vosotros no podéis gobernar, si nosotros tenemos una fórmula parecida a la vuestra, ¿por qué no venís a realizarla? ¿Es que vamos despacio? Pues venid a darnos prisa. Cuando nos separe algún punto, lo discutiremos, que eso se hace en los grandes partidos que tienen extensos horizontes, y donde puede haber un ejército con su vanguardia, con su centro, con su retaguardia. Vengan SS. SS.; serán, si quieren, la vanguardia del partido liberal, pero reconociendo que éste es el partido liberal, que la izquierda, con su actitud actual, perturba con daño suyo y con daño de la libertad y de las instituciones. (Muy bien.) [1962]



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